Publico 31/01/2011
En un informe sobre Túnez de septiembre de 2010, el Fondo Monetario Internacional destabaca el “nuevo ímpetu para las reformas estructurales” que exhibía el Gobierno. Tres meses después, un joven desempleado con estudios universitarios se inmoló porque la policía le había quitado su venta ambulante de verduras y estalló una revuelta popular de dimensiones desconocidas en el mundo árabe. En la web del FMI, al pie del informe elogioso sobre los avances macroeconómicos de Túnez, un tal Rob Prince escribió hace unos días el siguiente comentario: “Muy bien, pero cómo explican ustedes la actual revuelta en el país? Algo falta en su análisis”.
No. No faltaba nada. El análisis era técnicamente impecable. El régimen, además de aplastar las libertades civiles con la aquiesencia de Occidente y saquear las arcas del Estado, estaba apretando sin contemplaciones el cinturón a los ciudadanos para garantizar los pagos a los acredores internacionales. Y la sociedad terminó por estallar. El 14 de enero, el dictador Ben Alí huyó del país. Cinco días después, mientras la muchedumbre seguía exigiendo en las calles una vida libre y digna, la agencia Moody’s empeoró la calificación de la deuda tunecina, de Baa2 a Baa3, y su diagnóstico pasó de “estable” a “negativo”. ¿El motivo? La “incertidumbre”. El viernes pasado, otra agencia, Fitch, también bajó de “estable” a “negativo” el estatus de Egipto mientras cientos de miles de ciudadanos reclamaban en las calles libertad y dignidad.
Un día antes, el 27 de enero, la tercera gran agencia, Standard & Poor’s dictaminó que las “inquietud política” podría extenderse a Argelia, Jordania y Marruecos. La agencia no cree que vaya a producirse una “ola de inestabilidad regional”, pero advierte de que los ratings de deuda de esos países están sufriendo una presión a la baja por algo al parecer más grave: porque los gobiernos “están tratando de moderar o prevenir el descontento popular con medidas para tratar de estabilizar o bajar los precios de los alimentos y los combustibles”. O sea, se están desviando de las recetas del FMI para intentar apaciguar a los ciudadanos.
Los análisis de las agencias de calificación y las revueltas en Túnez y Egipto simbolizan la brecha extraordinaria que puede llegar a existir entre las expectativas de los mercados y las de los seres humanos.
Marco Schwartz
TRIBUNA: JOAQUÍN ROY
Manual de chantaje
JOAQUÍN ROY 31/01/2011 EL PAIS
Vota Resultado 25 votos . .La crisis de Túnez y Egipto pasará a la historia como un perfecto manual del chantaje. Algunos actores han participando más que otros, pero con la excepción del pueblo llano de los sufridos países árabes, todos se han esforzado en ejercer diversas modalidades de la extorsión. Las variantes incluyen las actuaciones del practicante del acoso sexual, el funcionario que amenaza con publicitar la conducta impropia de un superior, o la novia despechada que amenaza a revelar las infidelidades de su ex. Ahora se ha revelado con toda luz la conducta de los protagonistas más importantes de la crisis que comenzó en Túnez, se ha extendido a Egipto, y amenaza con engullir a todo el mundo árabe.
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En las cercanías de la entrega de los Oscar, el sobre al mejor actor debiera abrirse con el nombre (de momento) de Ben Ali y Mubarak. Durante décadas han conseguido extraer el silencio y la complicidad de sucesivos presidentes de Estados Unidos y los más poderosos países europeos. Ante la alarmante alternativa de caer en manos, hace años, del expansionismo soviético y ahora de los radicales fundamentalistas islámicos, los autócratas árabes, desde Damasco a Rabat, civiles, militares y monarcas medievales han conseguido amedrentar a Washington. Gracias a la ayuda militar han vendido la debida "protección", al tiempo que han abierto la espita de la emigración, para sacarse de encima el exceso de población incómoda.
Europa ha aceptado a regañadientes la llegada de los trabajadores, siempre que ocuparan los puestos rechazados por los nativos. Hasta que la burbuja inmobiliaria ha provocado la reacción y la invitación al regreso. La juventud tunecina y los vecinos que no han podido emigrar exigen ahora los empleos que los regímenes dictatoriales no pueden inventar. Chantajeados en su casa, para mantenerse callados, se han lanzado a la calle.
Sutiles practicantes de similar chantaje han sido los intereses económicos de los países europeos que han hecho guiños a sus gobiernos para que fomenten la cómoda estabilidad de los países árabes donde poder vender los teléfonos móviles, que paradójicamente ahora son la causa tecnológica de la caída de los modernos faraones. Los actuales hampones sobre el terreno, dominando las transmisiones digitales, les han vendido la imprescindible "protección'. El precio ha sido razonable. Con unos millares de fusiles y unas docenas de helicópteros se garantizado la estabilidad y se proporcionado la doble seguridad para Europa, y naturalmente para los gángsters. El problema es que los jóvenes (y también maduros ciudadanos) se han cansado de ser fascinados con espejitos como si fueran aztecas embelesados por Cortés.
La clave reside en si los extorsionados se cansarán de imitar eternamente a los empresarios vascos que durante décadas ha aceptado pagar el "impuesto revolucionado" de ETA, a cambio del silencio. Está por ver si algunos de los gobernantes europeos (en París, Berlín, Londres, Madrid, Roma, principalmente) serán capaces de dar un puñetazos encima de la mesa y decir "basta". Esperar algo decisivo de Bruselas es, por ahora, utópico. ¿Cuántos tanques tiene la Unión Europea?, debe preguntar divertido Stalin desde su tumba.
Hablando de líderes soviéticos, un factor crucial en la evolución de la actual tragedia es si el Presidente Obama hará un paso más, luego de haber imitado magistralmente a Ronald Reagan cuando reclamó a Brezhnev derribar el muro de Berlín. No tiene precedentes la sutil bronca televisiva de Obama a Mubarak, después del patético discurso del líder egipcio. Pero está por ver si el presidente norteamericano será capaz de emular a Gorbachev cuando éste le lanzó al tozudo líder germano-oriental Erich Honecker la "doctrina Sinatra": que lo hiciera "a su manera" (My way), pues los tanques soviéticos no volverían como en Budapest o Praga. ¿Recuerdan Mubarak y sus compinches?
Joaquín Roy es Catedrático Jean Monnet' y Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami Normal021falsefalsefalseMicrosoftInternetExplorer4 /* Style Definitions */table.MsoNormalTable{mso-style-name:"Tabla normal";mso-tstyle-rowband-size:0;mso-tstyle-colband-size:0;mso-style-noshow:yes;mso-style-parent:"";mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt;mso-para-margin:0cm;mso-para-margin-bottom:.0001pt;mso-pagination:widow-orphan;font-size:10.0pt;font-family:"Times New Roman";mso-ansi-language:#0400;mso-fareast-language:#0400;mso-bidi-language:#0400;}
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